domingo, 26 de octubre de 2008

Instante

…Y la flor cerró sus pétalos
para dormir dulcemente.
Y la noche, silenciosa,
fue cayendo suavemente.

Ni un murmullo se escuchaba.
Ni una brisa inquieta había.
Ni un arrullo de paloma.
Ni una rama se movía.

…Y las aves descansaban
del trajín del largo día.
Luz de cielo hacia la tierra.
Paz, encanto y armonía.

Sólo el hombre allí seguía
trabajando febrilmente.
Con su pluma, con su sangre,
con su cuerpo, con su mente.

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